Entonces los ángeles huyeron
adoptando la forma de inútiles hojas del tiempo.
Pero alguno de ellos siempre recuerda las formas del paraíso terreno.
¿Qué nos ha pasado?
Dios ha muerto. Y yo con él, en el inaudito renacimiento vital, que gracias a la luz de
lo que no me aliena, me alienta sin cesár.
Cada día.
No voy a renegar sobre mis estructuras que se aferran a las ideas pero estoy cada día más sensato. ¡Es el realismo de Courbet!
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